Soy hija de Arturo Goicoechea y hermana de Maite Goicoechea, así que llevo toda la vida escuchando sus planteamientos (y estando completamente de acuerdo, faltaría más). Últimamente, estoy más comprometida con la difusión de esta información: llevo las redes sociales, voy a los cursos, propongo nuevas ideas... lo que me hace estar expuesta a informaciones a favor y en contra todos los días. Esto hace que mi parlamento neuronal se haga la picha un lío de vez en cuando, y voy recolectando anécdotas curiosas. 
 
Hace dos meses empecé a escalar, deporte con el que salen callos y heridas en manos y pies y que da unas buenas agujetas. Como con cualquier deporte, es caldo de cultivo ideal para fake news sobre organismo. Informaciones que me han estado entrando desde entonces:
  • Ten cuidado con la escalada, es un deporte en el que tus músculos se desarrollan más rápido que tus tendones, se ponen demasiado fuertes y te puedes hacer daño. No hagas suspensiones de dedos, porque te vas a romper tendones. 
  • Un amigo empezó a escalar hace poco y ya se ha roto X, Y y Z. Esto, varios casos. 
  • Los niños saben escalar por naturaleza, pero de adultos se nos olvida. No estamos hechos para escalar de adultos, solo si lo hacemos desde niños.
  • Espera 1 día entre entrenamientos para no hacerte daño.
  • Te va a dar tendinitis.
 
Estas afirmaciones no las escuché en mis primeras semanas, así que iba a escalar tan contenta. Tenía agujetas, pero nada más. Un día, primera información: “un amigo ha empezado hace poco a escalar, se ha hecho daño en un tendón del hombro y el médico le ha dicho que cambie de deporte”.
 
Ese mismo día, me despierto por la noche con un dolor horroroso en las manos. No puedo cerrarlas ni un milímetro. Es como tener un esguince en todos los dedos a la vez.
Me asusto un montón, pero me acuerdo de mi padre y mi hermana: “bah, esto tiene que ser como aquello”. Empiezo a racionalizar:
  • ¿Por qué me duelen las manos ahora y no mientras escalaba hace dos días?
  • ¿Cómo puede ser que me duela exactamente igual en las dos manos? Es imposible que me haya hecho el mismo daño en ambas...
  • No me veo los dedos distintos. Nada inflamado, todo normal. 

Veo la absurdez de la situación y me echo a reír. Se me pasa completamente el dolor en 5 minutos. Eso confirma que efectivamente, estaba en estado de alerta-protección. ¡No había daño! Increíble...

 
Me sirvió para entender mucho mejor el Goicoplanteamiento con un muy efectivo ejemplo práctico (gracias, cerebro, pero te lo podrías haber ahorrado): puedes tener un dolor absolutamente insoportable y que no haya daño. Puede venir nada más recibir una información, e irse nada más recibir la contraria. El parlamento neuronal. También me sirvió para ponerme en la piel de personas con migraña u otro dolor crónico. Tener que soportar algo así, pero durante horas/días/meses/años y sin que nadie les aporte una solución. O que no les crean.
 
Y pensé: “Qué barbaridad. Si no llego a saber nada de esto, me habría ido a urgencias a las 4 de la mañana sin poder mover las manos, asustadísima. Me habrían hecho pruebas, y no quiero ni saber las conclusiones que habrían sacado”. En cambio, se me fue mientras me daba un ataque de risa por la absurdez de la situación.
 
Aquello solo fue una batalla, porque me siguen llegando fake news cada vez que voy a escalar.
 
Hace dos días, me dijeron “si te duelen las articulaciones, mal asunto para las manos”. Y además, particularmente ese día, unos cuantos escaladores de mi equipo se quejaban de dolores que tenían. Por supuesto, esa noche... ¡dolor otra vez! Sin poder cerrar las manos, ¡otra vez! 
 
Pienso: “Venga ya, hombre! Creía que ya teníamos esto solucionado. Esto ya lo tengo controlado, está chupao”. 
 
No se me pasa. Repaso mis razonamientos lógicos otra vez. Nada. Me doy cuenta de que en realidad estoy acojonada con la información “si te duelen las articulaciones de las manos... mal asunto”. ¿Y si tiene razón? ¿Seguro que es un caso de alerta-protección, y no que estoy a punto de romperme todas las articulaciones de los dedos?” (“A la vez?! En serio, tontaina?!”, pienso ahora).
 
Y claro, así no se me va a pasar. Escribo en un grupo que tenemos Arturo, Maite, María y yo. María me responde con un audio de 2 minutos: “si te hubieras hecho algo, te habría salido un hematoma hace dos días mientras escalabas. No te dolería ahora, dos días después. Venga, Inés, ¡no me jodas!”.
 
Termino de escuchar el audio, intento cerrar la mano y voilà, ¡cero dolor! Me descojono de risa. 
 
¡Venga, no me jodas!