Blog

Home / Blog / Testimonio: Aprender sobre el dolor me ayudó a “tomar el control del Parlamento” y que se desactivase la alarma.

Testimonio: Aprender sobre el dolor me ayudó a “tomar el control del Parlamento” y que se desactivase la alarma.

Blog, Testimonios 17 de Julio de 2018

Hace 4 años fui diagnosticado de una fístula anal. La operación parecía simple, pero la cicatrización se complicó y entré en una fase de dolor muy intenso que, poco a poco, fue limitando mi vida cotidiana y laboral, hasta convertirse en un verdadero problema.

Entonces empezó mi vida de “peregrino” por consultas de médicos. Al principio, por expertos en cirugía digestiva, que no me encontraban nada. De ahí cometí el profundo error de empezar a investigar por internet. Aquello, visto ahora desde la distancia, empeoró mi situación. Claramente identifiqué mis síntomas como un problema de un nervio afectado por la operación y no paré hasta poder ver a un prestigioso experto francés en la materia. Él también descartó  que mi nervio estuviera afectado… pero yo seguía sintiendo mucho dolor y empezó a afectar seriamente a mi vida.

Casualidades de la vida, topé sin quererlo con un amigo fisioterapeuta. Su labor como fisio no dio resultados pero empezó a darme confianza y a hablarme de lo "mío" como un dolor crónico. Lo que me llevó a pensar en lo "mío" como un dolor. Mientras seguía buscando nuevas soluciones, otra fisio, un bendito día, me recomendó probar en una clínica de fisioterapia que había oído que estaba dando muy buenas soluciones a pacientes con fibromialgia. “¿Qué tendrá que ver lo mío con la fibromialgia?” pensé yo, pero decidí probarlo.

Mi primera consulta con María Jiménez Lorente la recuerdo muy bien. Nunca había estado con una fisio que no me hiciera hacer ningún ejercicio, ni tumbarme, ni mandarme laboriosos deberes mecánicos antes de la siguiente sesión. Aquello era diferente. Me pidió que le relatara toda mi historia, la duración de mi dolor, los diferentes diagnósticos de los distintos profesionales, los tratamientos fallidos…Concluyó que mi problema era el dolor, que la lesión ya la habían descartado los diferentes médicos a los que había visitado. Y eran ciertas sus conclusiones, pero en mi cabeza seguía  teniendo la creencia de que el dolor siempre se genera cuando existe una lesión, por lo que tenía miedo de que no me hubieran encontrado algo serio ya que el dolor había comenzado a ser inhumano.

Comenzó con unos primeros conceptos para explicarme cómo funciona el mecanismo del dolor en nuestro cerebro. Recuerdo que salí un poco desconcertado…me parecía que más que con una fisio, había estado con algo diferente, algo más parecido a una psicóloga diría yo, jajaja, y es normal creer eso cuando las herramientas de abordaje no son las esperadas, ya que lo que me explicaba y sobre lo que me preguntaba era neurobiología del dolor.

Me mandó unas primeras lecturas del Dr. Arturo Goicoechea que reforzaban los conceptos que me había explicado en la sesión. Dichas lecturas, empezaron a parecerme muy interesantes. Pero no fue labor fácil la de María. Intentar cambiar conceptos y creencias ya aprendidas en mí fue complicado, porque soy bastante testarudo. Y en eso fuimos trabajando. Intentar aprender cómo funciona el mecanismo del dolor hizo que la amenaza y el estado de alerta fueran disminuyendo, a la vez que yo me quitaba miedos de lesión o enfermedad.

Así, poco a poco, fui tomando CONTROL DE MI PARLAMENTO, como solíamos comentar. Conceptos como no limitar la actividad (no estrechar márgenes), a pesar del dolor (debido a que comprendí que no me sucedía nada y que mi cerebro se estaba equivocando), me ayudaron a recuperar la vida que tenía antes del dolor, y a entender que muchas veces el dolor es una respuesta a una amenaza que ya no es real.

Hubo, como es normal, picos y valles y momentos de recaída que hacían temblar todo lo aprendido, pero según retomábamos  los conceptos, seguía aprendiendo. También una pérdida de un ser querido y el consiguiente shock emocional disparó el dolor, y también aprendí que lo emocional afecta al dolor, pero no me lesiona de nuevo.

Hoy mi vida es normal y ya no veo a María, pero sigo aprendiendo. Y lo que es más importante, cada vez que aparece un dolor en mi vida, intento analizar si la amenaza es real o es que otra vez se ha vuelto un poco “loco” mi parlamento. Si es así, he aprendido a dar un par de toques en la mesa y volver a ponerlo en orden. Yo tengo el control de mi parlamento.

 


Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar tu experiencia de usuario. Si continuas navegando consideramos que aceptas estas cookies + info > x