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Testimonio: De la Artrosis de cadera a la habituación deportiva

Blog, Testimonios 20 de Junio de 2018

Mi nombre es Iban y os voy a contar la experiencia que tuve  hace unos años.

Soy una persona que desde siempre ha practicado mucho deporte, de todo tipo… correr, bici, monte, futbito, surf, natación, frontenis, padel… pero un día, me empezó a aparecer una especie de molestia en la ingle ( zona del adductor ).

Ese dolor, poco a poco fue empeorando, hasta tal punto que había días que, después de hacer una jornada un poco intensa de deporte, me levantaba cojo al día siguiente y con bastante molestia en la zona.

Empecé cogiendo cita con el fisio, y tras varias sesiones, la cosa no mejoraba. Probé también con varios osteopatas , los cuales tampoco ayudaron a que el dolor se mitigase. Recuerdo que uno de ellos me decía que tenia la cadera “revirada”, otro que realizase unos estiramientos antes de hacer deporte...  pero yo seguía con mis molestias.

Al final, fruto de la desesperación, acudí al traumatólogo para saber cuál era la causa de tanto dolor y de mi incapacidad para moverme. Me hizo una exploración y solicitó unas radiografías. El día que acudí a consulta a por los resultados me asusté cuando vi a varios profesionales mirando mis placas. Me dijeron que lo mío era un caso excepcional, que no era normal lo que se observaba en aquellas pruebas. Se llevaban las manos a la cabeza de cómo a mi edad, treinta y pocos, tenía semejante desgaste de cadera. Os podéis imaginar, que con toda esa información saliendo de sus bocas y las caras de perplejidad que ponían, el pánico que me entró.

En ese momento me veía condenado a dejar mi pasión, el deporte, hacer vida controlada, y acatar todas las pautas que me ofrecieran en ese momento.

Mi  traumatólogo me comentó que tenia desgaste en la cadera (artosis) de una persona de 55 años de edad y que tenia que parar de hacer deporte inmediatamente sino, en un espacio muy breve de tiempo, me tendrían que poner una prótesis. No os podéis ni imaginar el shock que fue para mi recibir esa noticia. Mi vida giraba alrededor del deporte y la actividad física, de hecho lo necesito porque soy una persona inquieta y es un bálsamo para mi. Pues me entro un bajón del carajo, no podía concebir mi vida así…

Conocía desde hace años, a una fisio de este equipo, y un día que nos juntamos le conté todo por lo que estaba pasando. Ella es fisioterapeuta, y le pedí opinión. Le relaté todo al detalle, el tiempo que llevaba con dolor, cómo había comenzado, (sin impacto, caída o movimiento brusco) las informaciones que me habían trasmitido los diferentes profesionales que había visitado, qué pensaba yo que sucedía… me hizo una exploración de la zona, valoró los diferentes movimientos de la misma en carga y sin ella.

Lo curioso, que no os he comentado, es que la cadera que más me dolía era la que mejor de las dos estaba, y eso era algo que a mí me mosqueaba bastante. Cuando llegue donde ella, ya estaba muy limitado, porque me había resignado a no hacer deporte, pero es que ya, no podía sentarme en el sofá.

Algo que me sorprendió de esa sesión es que me sentó en una silla después de hacer la exploración y recoger todos los datos pertinentes y comenzó a hablarme del cerebro…desde el primer momento captó mi atención a través de ejemplos muy simples, me pareció interesante que el dolor fuera una respuesta del cerebro para proteger una zona lesionada. Luego me presentó estudios en los que en personas asintomáticas, es decir, sin dolor, tenían las mismas cosas que se veían en mis placas. Así que como no tenía nada que perder, salvo mi dolor, y me pareció bastante interesante la argumentación continué las sesiones.

Me enseñó que el cerebro comete errores frente a determinados estímulos. En mi caso, el movimiento estaba incluido dentro de sus archivos de peligros potenciales, y claro, me avisaba a mi con dolor y rigidez en la zona para que parara de moverme y evitase cualquier cosa. Fui consciente del miedo que había comenzado a desarrollar antes incluso de iniciar el movimiento, y cómo se me activaba un mecanismo de rigidez antes de comenzar a moverme. Entendí que igual se me estaba encendiendo el chivato del aceite en el salpicadero del coche, pero que acababa de pasar la Itv, y que mi coche tenía todo en regla. Por lo tanto, el problema no era mecánico si no electrónico. Así que decidí confiar en la mecánica y utilizarla sin miedos.

Teníamos que detectar los errores de mi cerebro frente a una lesión que no existía, le teníamos que meter información  biológica correcta y sensata y tirar lo que no valía a la basura.

Los conceptos de los que me habló fueron varios…y siempre me recalcó y me repetía que el dolor era real. Me hacía preguntas que me hacían cuestionarme cosas…¿ crees que si te duele es porque tienes lesión?, yo pensaba q sí, pero estaba equivocado y el ejemplo que se me quedó grabado para entender esto fue el dolor real que sufren las personas con amputación de miembros. Ellos no tienen pierna y tienen dolor. Me explicó también como es la curva del dolor cuando existe una lesión, que no se equiparaba nada con la mía….

Tenía lógica. Era el cerebro el que supervisaba y evaluaba todo los movimientos y  hacía sonar la alarma para protegerme y que no hiciera algunos de ellos que según él me podrían dañar. A parte de eso, después de visitar al trauma, se me activaron muchas más alarmas ya que la información “tienes una cadera muy desgastada como un hombre de 55 años”, me amargaba la existencia…y a veces me daba por pensar…pues que pobres los de 55 años, que tienen que estar todos fastidiados…

Comencé a tirar a la basura creencias que tenía, y fui detectando errores de mi cerebro e intentando reeducarlo con nueva información y enfrentándome aquellos movimientos inocuos. Yo iba atando cabos y viendo cuanta razón había en toda la información que me iban dando.

Me di cuenta de la cultura alarmista en la que estamos sumergidos y cómo vamos trasmitiendo conocimiento los unos a los otros  de potenciales peligros: Me duele la pierna porque hay cambio de tiempo, o por la humedad…Entendí como se produce el aprendizaje y que yo quería desaprender todo aquello, ya que la supervivencia de mi cadera no corría peligro. Se me gravó una frase que recuerdo muy bien…”el cerebro es un órgano que toma decisiones para mantener la supervivencia del individuo”, aquí me habla del caso real de una señora que le fueron a atracar y le clavaron un cuchillo en las cervicales y ni se enteró. Aluciné cuando me enseñó la foto de Julia (así se llamaba) en urgencias tan tranquila. Entendí perfectamente la función del cerebro, y cómo a veces decide no activar la respuesta de protección con dolor, porque hay un peligro mayor.

Comencé a leer todo lo que me propuso, cuestionaba todo, preguntaba…me enfrente al movimiento con nuevo conocimiento…si había algún movimiento que se me resistía lo practicábamos para ver que no sucedía nada y quitarme miedos.

Y así fue como poco a poco mi vida se fue normalizando y empece a sentir menos dolor y pude retomar mi rutina diaria. Entendí que el problema se hallaba en nuestra gran maquinaria que es el cerebro, el que controla todo, el que supervisa y analiza cualquier posible amenaza, el que a veces peca de sobreprotector y nos puede hacer la vida imposible.

El problema radica muchas veces en la necesidad de que nos diagnostiquen algo para  identificar la causa del dolor, la búsqueda de la etiqueta. Pero entender que el dolor es una respuesta del cerebro y que te expliquen cuando se activa de forma correcta, es un alivio para quitarse miedos y que no se te venga el mundo abajo. Mi cadera sigue desgastada, o como hace 5 años que es cuando comencé con todo esto, sigo cumpliendo años, haciendo deporte y las alarmas se han desactivado.

Desde que dejé la consulta, y ahora sólo veo a mi amiga para tomarnos unas cañas, he introducido otra ración de “pesas” (información) en mi rutina de ejercicios, para poner al día también a mi querido cerebro…jejeje.

Espero que con mi propia experiencia alguna persona siga este camino y vea la luz como lo hice yo.  Agradezco mucho a Maria o Mery, como la llamo yo , que me haya dado toda esta información ( y mucha que se me ha olvidado por el camino, jajaja) y que haya podido seguir con mi vida normal. GRACIAS


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