Blog

Home / Blog / La condena de cumplir años…¡¡pobre coche!!

La condena de cumplir años…¡¡pobre coche!!

Blog, Biología del dolor, Dolor crónico 16 de Junio de 2018

Tengo un coche muy viejito, tanto, que no recuerdo ni los años que tiene. El día anterior a una importante reunión a unos 70 km de mi lugar de residencia comenzó a emitir unos ruidos muy curiosos cuando aceleraba y cambiaba de marcha.

Es cierto que el coche, aparte de años, lleva a sus espaldas 320.000 km y, a lo largo de su historia, ha sido empleado por diferentes conductores…algunos más expertos que otros, más cuidadosos o menos, patosos, bruscos, delicados…Ha sentido en sus propias carnes la conducción desde un aprendiz miedoso a casi el piloto más experimentado y rápido de un circuito, siempre habituándose y adaptándose a cada momento y circunstancia.

Nunca su pequeño motor había protestado, ¡hasta ahora! Esto me llevó a augurar todo tipo de desastres que podrían estarle sucediendo y a preguntarme si iba a responder al viaje que al día siguiente tenía que realizar.

A todo esto hay que sumar que mis conocimientos sobre mecánica de automoción son nulos, así que no es de extrañar que no pudiera dormir esa noche intentando buscar soluciones para llegar a la reunión si el mecánico me decía que sus días estaban contados o que la avería era muy gorda.

Me encantaría describiros el ruido que hacía…aunque no se me dan bien estas cosas…me recordaba a cuando se arrastran por el suelo latas. Era como si algo rozase, un chirrido que cesaba con el tiempo.

Mi gran miedo era que me dejara tirada en la carretera y por eso, a primera hora, ya estaba en el taller del mecánico de confianza, esperando a que apareciera, a ver si la lesión de mi querido cochecito era muy grave y si lo tenía que dejar ingresado en la UVI, en planta, o me mandarían a casa con revisiones periódicas.

Cuando llegó el mecánico y escuchó mis ruegos, no se lo pensó dos veces y lo probó en autovía, para poder escuchar aquellos ruidos que le había relatado y así poder diagnosticar al paciente con precisión. Cuando se bajó del coche, recuerdo que me sonrió. En ese momento he de reconocer que me sentí como una persona histérica que lleva a su niño a urgencias por un rasguño.

Lo curioso de todo era que no tenía rasguño alguno. Me comentó que todo estaba bien, que son ruidos normales, que el coche….bueno, ya ha pasado muchas hazañas…pero que no me iba a dejar a tirada y que lo condujera sin miedo. Me devolvió la calma y pude llegara mi destino y volver aquella mañana.

Han pasado varios meses de aquello y he de decir que, a veces, sigo escuchando el carraspeo ese cuando acelero, pero no le suelo dar importancia y el coche en movimiento sigue respondiendo de forma espectacular.


Las cosas, al igual que las personas, envejecen, y van sufriendo cambios. En el caso de los huesos y articulaciones sucede lo mismo. Van sufriendo una serie de cambios adaptativos que llamamos artrosis. Las personas, según los estudios publicados, comenzamos a desarrollar estos cambios a partir de los 20 años.

El problema viene cuando atribuimos el dolor a estos cambios fisiológicos, que se producen con el tiempo en TODAS LAS PERSONAS como una respuesta adaptativa del hueso a cargas, movimientos, vida sedentaria, etc, e influida poderosamente por la genética. Estudios realizados en personas asintomáticas (es decir que no tienen dolor) muestran artrosis a partir de los 20 años de edad y cómo ésta se va incrementando hasta prácticamente el 100% de la población de 80 años.  ¿Por qué teniendo dicha información los sanitarios seguimos señalando a la artrosis como causa del dolor?. Si así fuera, todas las personas mayores de 80 tendrían que tener dolor generalizado terrible por todo el cuerpo, ¿no? Además, si el dolor lo genera la artrosis, ¿cómo es posible que unos días duela y otros no, si es un proceso irreversible?

La ciencia evoluciona y va cambiando las antiguas explicaciones que tenemos sobre el origen del dolor. El dolor no se produce en los tejidos si no en el cerebro con el objetivo de proteger una zona lesionada. La artrosis  no conlleva una lesión (necrosis del tejido). Aunque sí puede activar de forma errónea la respuesta de protección del sistema.

Nuestra mecánica envejece, al igual que mi coche, pero eso no significa que no seamos funcionales, y que deban de saltar las alarmas. Debemos de confiar en nuestro organismo como medio de adaptación a cualquier circunstancia, incluso al envejecimiento.

Asumir que los años, o los km en el caso de mi coche, nos condenan a que salten las alarmas (dolor o que te deje tirado) puede salir muy caro (sufrimiento o miles de euros por nueva compra de vehículo). La actualización en Neurobiología del dolor y el ejercicio son herramientas muy potentes para desactivar estas alarmas y volver a confiar en nuestro organismo ¡o nuestro coche!


Utilizamos cookies propias y de terceros para mejorar tu experiencia de usuario. Si continuas navegando consideramos que aceptas estas cookies + info > x